Metal, fierros, pasajeros, mal olor, ancianos, obreros, madre con sus hijos en brazos…. gente desconocida para mi, estoy cansada quiero sentarme,
¡Vaya! ningún asiento desocupado.
Mi brazo acalambrado, el sudor corre por mis dedos que fuertemente tratan de agarrarse al pasa manos, ¿cuentas manos habrán tocado ese fierro?
No hay respuesta.
Mi olfato capta un leve olor a balata tratando de frenar el aparato a 120k/hrs, no hay quien que conozca mejor el asfalto que sus cuatros piernas.
El calor me sofoca, lentamente empieza a subir un olor a células somáticas con un toque de su almuerzo. ¿Acaso estamos en Europa que nadie se baña?
¿Estará temblando? Mis piernas están temblando y pierdo el equilibrio, Ah, solo es la lata oxidada que soporta unos 30 pasajeros.
Llegó la hora de bajarse, hay que prepararse psicológicamente y físicamente para decir “me da permiso” y físicamente para sentirse apretada dentro de unos señores rechonchos que solo miran tu figura.
Llego mi destino, calle quinta, tomo la cuerda sucia que está a unos dos metros de mi alcance, al tirarla el chofer frena bruscamente y no hay donde sujetarse, solo hay que confiar en la gravedad.
Se abren las puertas, termino el insignificante recorrido en “la micro”.
viernes, 30 de octubre de 2009
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Hola Maca =D
ResponderEliminaraqui te escribo con mi nuevo Blog, en realidad el primero xD cuek
Después hablamos. pasate si po